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La muerte es un tema que está presente en la vida de todas las personas: nos mueren seres cercanos, escuchamos noticias constantemente de gente que muere, sabemos que nosotros algún día moriremos… Pero… ¿Cómo afrontan los niños y niñas estas situaciones cuando se trata de la pérdida de seres cercanos?

A muchos niños y niñas les toca afrontar el fallecimiento de seres cercanos a cortas edades. En estas situaciones, muchos familiares se encuentran sin las estrategias apropiadas para contarles lo ocurrido.

En esta publicación me gustaría exponer algunas pautas que ayudarán a los adultos a transmitir noticias, además de ayudar a los pequeños a digerir mejor la situación.

En primer lugar, destacar algunas afirmaciones erróneas que los adultos solemos decirles para intentar hacerles sufrir menos como son “se ha ido al cielo”, “se ha quedado dormido”, “se ha marchado”… Cuando les decimos esto a niños de corta edad, que interpretan las palabras al pie de la letra, piensan que el fallecido puede volver en cualquier momento. Aunque en principio nos pueda parecer que esto es mejor “para que no sufra”, a largo plazo sufrirá más. Por ello, la importancia de explicarles correctamente las cosas adaptadas a su lenguaje.

No debemos rehuir este tema. Tenemos que explicarles qué es la muerte en un lenguaje que comprendan y aclararles dudas que les irán surgiendo.

Debemos de facilitarles el duelo. No debemos de mantener en secreto la muerte, debemos de decirles lo que realmente ha pasado adaptado a su lenguaje y comprensión. Que los niños y niñas pasen por un duelo es algo normal y saludable.

La participación en ritos funerarios como despedida. Habitualmente, intentamos apartar a los más pequeños de estas situaciones, es común dejarles en casa de amigos/familiares los días de velatorio y entierro, creyendo que no es sitio para un niño. Es cierto que estar de continuo en el velatorio no es lo mejor para un niño o niña, pero que vaya unas horas al velatorio y que acuda al entierro es una forma de despedida y de cierre que puede ayudar a afrontar esta situación. Cabe destacar que no se les debe obligar a asistir si no quieren, debe ser voluntario y el tiempo que deseen. En casos en que no se despiden es conveniente que más adelante lo hagan. 

En muchas ocasiones, los adultos tapamos las lágrimas delante de los niños/as y si nos ven llorando es a escondidas. Esto es un error pues detectan el llanto como algo negativo, que no debe hacerse ni compartirse. Los niños deben de expresar sus sentimientos, tienen que saber que llorar y expresarse es algo normal y bueno. Adultos, permitámonos llorar y permitámonos que nos vean.

Hablar del fallecido. Muchas personas, cuando ven que el niño o niña comienza a hablar de esta persona, intentan evadirle y cambiar de tema. Que el ser querido haya fallecido no quiere decir que ya no podamos recordarle. Es normal recordar en actividades cotidianas al fallecido, ya que probablemente muchas de las actividades que antes hacía con esta persona ahora tenga a pasar a hacerlas solo o con otras personas. Nombrar el fallecido es parte del duelo. 

Cabe destacar que estas son pautas generales. Muchos aspectos dependerán de la edad del niño/a, de la madurez o del propio contexto. 

Si en algún momento tienes dudas o te ves desbordado con este tema, lo mejor es contactar con un especialista que pueda acompañarte en este proceso y darte pautas adaptadas a tu realidad.

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